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jueves, 20 de diciembre de 2012

Paz y Felicidad

...ella está allí, silenciosa...


Paz y felicidad
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Ya llega la Navidad.
Cada calle engalanada
y en las caras reflejada
se ve la felicidad.
Sin darme cuenta camino
por las calles al azar...
deambulando sin cesar,
como buscando al Destino.
Y al hallar la plazoleta
donde jugaba de niño,
he pensado con cariño
que quizás era mi meta.
Las moreras aún están.
Siguen firmes todavía.
Cuando era niño, cogía
los dulces frutos que dan.
Y en la torre las campanas
dormitando silenciosas...
¡cuantas veces bulliciosas
las oí por las mañanas!
De vieja piedra la puerta
con forma redondeada,
me está diciendo: "La entrada
siempre la tendrás abierta".
Y me llena de ilusión
pensar que allí, generosa,
siempre me espera amorosa
la Virgen de la Asunción.
Mis pasos de hace un momento
que deambulaban perdidos,
se adentraron decididos
a admirar por un momento
en el callado interior,
a esa imagen recordada,
a esa imagen venerada
de la Madre del Señor.
Está allí. En su Camarín.
Silenciosa y recogida.
Como una madre querida
a la que encuentras al fin.
Siempre espera que volvamos.
Siempre espera al que se fue.
Y en Navidad... ¡yo no se
porqué la decepcionamos!
Eso pensé. Y a su lado
para hacerla compañía,
me quedé. Algo me hacía
rememorar el pasado.
Mientras recé una oración
vi desfilar el ayer...
¡Nada más bello que ver
lo que guarda el corazón!

II

Nuestra escuela se sentaba
en los bancos de delante
y un maestro vigilante,
de los muchachos cuidaba
mientras la clase rezaba.
Serios... atentos... callados...
escuchando ensimismados
como hablaba Don Ramón.
Siempre había en su sermón
ejemplos agazapados.
Recuerdo aquel Nacimiento
que hacía por Navidad.
Era una preciosidad...
¡y tenia movimiento!
Todo un acontecimiento,
porque la Historia Sagrada
estaba allí reflejada
y en la parroquia infantil,
despertaba sueños mil...
¡era una fiesta encantada!
Recuerdo el lejano día
en que lleno de ilusión,
la Primera Comunión
en este altar recibía
y la Virgen me veía
con esa benevolencia
con que mira la inocencia
una persona mayor.
Con regocijo y amor...
con la mayor complacencia.
Ahora estoy de nuevo aquí.
Silencioso... meditando.
Es dulce rezar pensando
lo que de niño sentí...
lo que de niño viví.
Dejar que fluya en mi mente
el recuerdo de esa gente
que fue parte de mi vida
y aquella madre querida
que siempre tengo presente.
¿Es esto felicidad?
Al menos, es un ejemplo.
sentado mientras contemplo
su cara con humildad...
y en ella encuentro... verdad...
¿Que otra cosa puedo ver?
Estoy feliz. Sin querer,
he reencontrado un camino
donde tan solo el Destino
te puede a veces traer.
Está tan lejano el día
que me fuí de estos lugares...
son tan hondos los pesares
que en mi corazón sentía,
que ya, ni ilusión tenía.
A veces en mi interior,
pienso -y me llena de horror-
que puede ser que los años
propicien los desengaños
llenándonos de dolor.
Pero aquí estoy protegido.
Hoy me siento como ayer.
Otra vez vuelve a tener
la vida un bello sentido,
otra vez he recibido
dentro de mi corazón
la llama de la ilusión.
Me la ha dado con cariño
igual que cuando era niño
la Virgen de la Asunción.

              III

Tan dulce fue lo añorado
mientras mi alma rezaba,
que la tarde que empezaba
casi en noche se ha trocado.
Me levanto y me despido.
No se cuando volveré,
mas se, que no olvidaré
lo que esta tarde he sentido.
Aquí he encontrado la Paz.
Me la ha mostrado una rosa
llena de amor... ¡Bella cosa
hallar Paz en Navidad!
Respiro al salir de nuevo
y en las moreras peladas,
dejo las penas pasadas...
¡tan solo alegrías llevo!
Reminiscencias lejanas
que se alejan de mi mente
cuando empiezan de repente
a repicar las campanas.
¿Es una premonición?
¡No lo se!... Pero imagino
que eso que llamo Destino...
puede llamarse… ¡Asunción!
Ya llega la Navidad.
Como calle engalanada,
llevo mi alma adornada
de Paz y Felicidad.





J.F.BRAVO REAL
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sábado, 8 de diciembre de 2012

La estrella de Navidad

Yo seguiré imaginando y viendo al buey y a la mula en el portal de Belén. Diga lo contrario quien lo diga.








La estrella de Navidad


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Una estrella brillante, como ninguna,
derrama sobre el mundo de madrugada
una luz que presagia buena fortuna...
¡ha nacido el Mesías que se esperaba!
En un pobre pesebre, cual pordiosero,
ha nacido el mas grande de los señores
y a rendirle tributo llegan primero
la gente mas humilde... pobres pastores.
Vienen con sus presentes y con su amor
a rendirle tributo de pleitesía
y se postran de hinojos ante el Señor,
que los mira y sonríe con alegría.
Entre un buey y una mula recogidito
le colocó su madre bien arropado,
y su aliento le tiene tan calentito
mientras cae la nieve sobre el tejado.
Se acerca por Oriente tras de la estrella,
una gran caravana, que va buscando
el motivo secreto para que ella,
con su luz el camino vaya guiando.
Son tres Reyes que vienen de extrañas tierras
a rendirle tributo con sus presentes,
porque saben que el Niño en su pecho encierra,
el amor que en el mundo falta a las gentes.
Y se postran al verle con su grandeza,
pues saben que el destino ya se ha cumplido;
aprended de unos Reyes que su cabeza
inclinan ante el Niño recién nacido.





J.F.BRAVO REAL
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martes, 20 de noviembre de 2012

A mí nieta María

Unos meses antes de nacer mí nieta, escribí este poema dedicado a ella. Creo que todo lo que yo soñaba se va cumpliendo. Hoy puedo decir que soy un abuelo feliz. Porque la felicidad es vivir esos momentos que la vida nos regala y aprovecharlos al máximo... mañana... ¡Dios dirá!






A mí nieta Maria


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Un abuelo orgulloso y algo chiflado
que te espera impaciente y emocionado,
te cantará la nana que con cariño
le cantaba su madre cuando era niño.
……

El día que tu nazcas, pequeña mía,
habrá mil azucenas en mis arriates,
y los rincones tristes, sin alegría,
solo con tu presencia, linda Maria,
serán esplendorosos escaparates.
Todo en la vida tiene sus emociones
porque lo que sucede Dios lo prepara,
y a veces encontramos compensaciones
que el alma le agradece a quien las depara.
Porque… ¿sabes pequeña? para tu abuelo
serás como un regalo tan esperado,
que besar tu carita de terciopelo
ha de ser lo mas bello y mas deseado.
Yo te diré…¡quien sabe!... ¡mil tonterías!
y te reirás contenta sin entenderme
con tu boca sin dientes en las encías
y tus ojos, alegres solo por verme.
Con el tiempo seremos almas afines
y yo te iré contando como es la vida;
tu tendrás el encanto de serafines
y yo estaré orgulloso, niña querida.
Te reirás de tu abuelo y de sus consejos,
y mientras, zalamera, le harás cariños:
Nadie entiende a los niños como los viejos…
nadie quiere a los viejos como los niños.













J. F. Bravo Real

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martes, 30 de octubre de 2012

Consejos de mí madre













A nuestras espaldas, la avenida bordeada de eucaliptus que lleva al cementerio

Consejos de mi madre


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Me dijo un día mi madre
siendo yo muy pequeñito,
que el respeto... mal que cuadre
siempre resulta bonito.
"No te avergüences jamás
de ser amable y atento
porque a la larga, obtendrás
grato reconocimiento".
"No te ofendas si critican
o desprecian lo que haces...
sus hechos, no justifican
aún así, que los rechaces,
porque es tan gratificante
encontrar agradecidos,
que te compensa el desplante
de los desagradecidos".
Hoy pienso igual que mi madre.
Y era un consejo bendito.
El respeto... mal que cuadre,
siempre resulta bonito.









J. F. Bravo Real
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lunes, 15 de octubre de 2012

Desde la sierra








Desde la sierra

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Ladera de serranía
donde mi pueblo se asienta...
bello trono que sustenta
la mas perfecta armonía.
Yo no se lo que daría
por retornar a sus lares...
recorrer sus olivares...
y sentir en derredor
el susurro acogedor
del viento entre los pinares.
Mirar el monte añorado
desde lo alto de la sierra
y contemplar cuanto encierra
su horizonte dilatado.
Captar su olor, que pausado
va impregnando mis sentidos.
Escuchar mil y un sonidos,
en tanto vuela mi mente
sintiendo como un torrente
el ritmo de mis latidos.
Respirar el dulce olor
que se desprende del suelo...
contemplar el claro cielo...
admirar el esplendor
de armonía y de color
que la pupila me llena.
Arrojar de mí la pena,
mientras se llena mi alma
de tranquilidad y calma...
de paz y quietud serena.
Recorrer con devoción
sus parajes magistrales.
Aspirar de sus jarales
el tenue aroma dulzón...
inundarme de pasión
viendo tanta maravilla,
que de una forma sencilla
bajo el limpio azul del cielo,
llena de luz este suelo
del pueblo de Serradilla.
Recorrer viejos senderos
entre pinos y encinares.
Recordar los avatares
de aquellos años primeros.
Ver naranjos... limoneros...
y con fruición aspirar
la fragancia del azahar.
Ver como cortan el cielo
los canchales. Y hasta el vuelo
de algún buitre en el pinar.
A la garganta me invitan
vericuetos retorcidos
que despiden mil sonidos
de alcornoques que palpitan,
se estremecen y se agitan
suavemente con la brisa.
Su ruido es una sonrisa
que nos ofrece el lugar...
algo digno de escuchar
con respeto... ¡como en misa!
El ejido soñoliento
que ayer rugió bullicioso,
donde trillaba afanoso
el labrador su sustento...
Mi mente por un momento
se ha quedado detenida...
Hay una pena escondida
al ver, triste y solitario,
este ejido centenario...
¡como ha cambiado la vida!
Al final del caminito
de eucaliptos sombreado,
está ese lugar sagrado...
el del reposo infinito.
El guarda en un rinconcito
los amores que se fueron,
esos seres que nos dieron
dedicación y fervor...
el guarda todo el calor
de aquellos que ya murieron.
De la Portilla hacia abajo
cual cicatriz alargada,
la silueta recortada
de los riberos del Tajo.
En vuelo rasante, bajo,
dos golondrinas volando,
como si fueran guiando
los pasos del caminante.
Parece por un instante
que el ayer esté pasando.
Las cadenas. La portilla.
La cruz del siglo y el rancho.
Pinos entre cancho y cancho.
Las trochas. En Serradilla
todo es quietud. Maravilla
que en la falda de una sierra
como un tesoro se encierra.
No me gusta presumir...
pero esto, me hace sentir
el mas feliz de la Tierra.







J. F. Bravo Real