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martes, 13 de octubre de 2009

Siempre lo esperamos.

Santísimo Cristo de la Victoria
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A mí hermana Sara, con todo mí cariño siempre.

Siempre lo esperamos
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Yo se que es difícil
creer en milagros;
no es que sea imposible,
pero hablando claro...
¡a todos nos cuesta
creer en milagros!
Y a pesar de todo...
aunque no creamos,
aunque lo neguemos,
aunque nuestra mente
quiera rechazarlo,
en lo mas profundo
oculto y callado,
está la esperanza
de que existe algo...
un algo intangible...
quizas... ¡un milagro!
Y nos da vergüenza...
y nos lo callamos...
¡pero lo creemos!
Y siempre esperamos
que un día cualquiera
 de esos que ahy tan malos...
cuando lloras sangre...
cuando estás tan harto
de pasar apuros...
¡cuando estás rabiando!,
llegue hasta nosotros...
aunque no creamos...
aunque lo neguemos...
lo que tanto ansiamos...
¡aunque sea difícil
creer en milagros!
¡Porque es muy difícil!
Pero está tan claro
que a veces... a veces...
aunque no creamos...
cuando ya no queda
nada a que agarrarnos,
entonces, repito,
nos tiende la mano
ese Cristo nuestro
al que tanto amamos...
y aunque sea difícil
creer en milagros...
¡que suerte tenemos
los serradilanos!



Para entender este poema primero hay que entender a los serradillanos. Entender el amor y la fé en ese Cristo de la Victoria que se venera en el convento de las RR.MM. Agustinas Recoletas de Serradilla.
A El le pedimos todo lo que nuestra mente ve de difícil solución y lo hacemos con la mas absoluta certeza de que nos atenderá.
A mí hermana Sara le diagnosticaron un cáncer. Era la segunda de mis hermanas a la que se le presentaba esta maldita enfermedad. La primera fue mí hermana pequeña Julia y murió con treinta y tres años sin casi darnos cuenta de que se moría.
A Sara la operaron y los médicos nos dijeron que había salido muy bién, que se lo habían cortado de raiz. Yo eufórico escribí este poema. No me pesa. Mi hermana vivió tres años. Comparada con Julia que vivió cuatro meses después de la operación, lo de Sara fue un milagro.
Cada vez que lo leo, se me nublan los ojos de llanto. Incluso hoy, al pasarlo al blog, he tenido que limpiar mis lágrimas, porque no veía apenas. Decía mí madre (que en paz descanse) que en nuestra familia éramos muy llorones... ¡pues si! tal vez lo seamos pero si recordar a los seres queridos y llorar es ser una persona llorana, doy gracias al Cristo de la Victoria por ser uno más de la familia.