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miércoles, 21 de octubre de 2009

La quietud de mí lugar



La quietud de mí lugar
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Tibia sombra; fresca brisa.
Una vieja mecedora.
Un reloj que en la repisa
lentamente da la hora.
Un café bien cargadito.
El eco de una canción.
El sol, lento, despacito,
que se esconde juguetón.
Lejos, en el horizonte,
una nube solitaria
y en la ladera del monte
la blanca flor de la jara.
Huele a granados. Y a rosas.
A limones madurando
y en las charcas bulliciosas
sonar de ranas croando.
Se adormecen los sentidos.
Sensación de bienestar
mientras múltiples sonidos
te acarician sin cesar.
Tibia sombra. Fresca brisa
que se mueve intermitente.
Y el reloj en la repisa
cuenta el tiempo lentamente.


Solo cuando llegamos a cierta edad uno se da cuenta que esto, es en verdad lo que nos llena el espíritu... lo que nos carga las pilas.
Este poema también pertenece a mí libro "Entre renglones".